El final de Blade Runner es una de esas secuencias que no se olvidan. Un no-humano (replicante) va a morir y con un último gesto muestra un extraordinario amor a la vida, no a la propia sino a la Vida con mayúsculas, a cualquier vida, también la vida del que vino para matarlo..
El fin se aproxima y él comprende lo que significa, todo lo que él ha sido (todo lo que recuerda, las experiencias vividas) se perderán. La finitud de la vida, algo inevitable. A lo largo de la historia el ser humano ha intentado conjurar a la muerte pero es esa finitud lo que ha dado humanidad a los "replicantes", a los no-humanos. Somos los humanos los únicos verdaderamente conscientes de nuestra propia finitud, de que estamos destinados a morir.
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